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Mi nombre es Héctor Pineda, soy médico neurólogo y este es un breve capítulo en mi vida.
Hace una semana ingresó a la emergencia del Hospital Mario Catarino Rivas, una paciente con síntomas respiratorios; pese a la inminente tragedia que meses atrás se vislumbraba, a la información que nos llegaba por la prensa internacional, y a las múltiples banderas rojas que se agitaron de manera ferviente por el personal sanitario, la paciente (al igual que otra innumerable cantidad de pacientes) ingresó sin ningún tipo de medida, reflejando la vulnerabilidad y falencia de nuestros «protocolos de atención» frente a este implacable patógeno: el COVID-19.
La paciente permaneció cuatro días en Sala de Emergencias, sumergida entre diferentes equipos de personal sanitario (incluyéndome), ejércitos de familiares que todos los días y a diferentes horarios se exponían de manera «inocente»; y lo que es peor, pacientes con un sistema inmune comprometido por otras patologías. No podría describirse un mejor escenario para que este nuevo enemigo nos mostrase su capacidad letal masiva.
La paciente se aisló el día cinco, el diagnóstico demoró seis días en hacerse: tres días de sospecha clínica, un día para realizar la tomografía de tórax y obtener el patrón radiológico sugestivo que apoyó dicha sospecha, dos días para tomar la prueba y obtener el resultado confirmatorio (tiempos aproximados), ella era la paciente #17.
Estoy seguro que no es para nadie desconocido, el impacto que esto representa, este caso sólo evidencia lo que siempre hemos sabido: el sistema de salud hondureño no tiene capacidad de respuesta ante esta contingencia, sumado a eso, como factor de riesgo adicional, el comportamiento sociocultural e idiosincrasia que exhibe nuestra población se traduce en una ecuación letal.
Como les contaba al inicio, yo soy médico neurólogo y hasta hace dos meses, aún vivía en Tegucigalpa. Me mudé a San Pedro Sula después de recibir una llamada de la jefa del Departamento de Medicina Interna de un hospital en esa ciudad, quien me ofreció una oportunidad de empleo en la emergencia. Por alguna razón, se estaban quedando sin personal y necesitaban encontrar reemplazos ipso facto. Creo debieron estar urgidos, porque cuando pregunté cuándo podía presentarme respondieron: «si puede preséntese mañana», luego les expliqué que era foráneo y que tenía que mudarme antes. Decidí salir de mi zona de confort y emprender un viaje hacia una nueva experiencia laboral, con mucha incertidumbre, dudas y temores, pero también lleno de entusiasmo, ilusiones y aspiraciones.
Desde que inicié mis labores, me di cuenta de la gran mora asistencial que el hospital resentía con relación a la consulta neurológica, dada la celeridad de la situación, comencé a trabajar firmando sobre la efímera palabra de inescrupulosos oportunistas, desconociendo el ardid que tenían preparado. Pese a ser un duro campo de batalla, fui bien recibido por la mayoría del personal, pacientes y familiares.
No fue hasta al cabo de un mes que se presentó la primera piedra en el camino. Era jueves a media mañana cuando una colega interrumpe la visita médica diciendo: «doctor Pineda, hay un problema con nuestros contratos, vaya al Departamento de Recursos Humanos». Después de una tediosa espera y una infructuosa explicación, un alto mando del personal administrativo me dio la desagradable noticia que no podían pagarnos como especialistas, arguyendo que debíamos presentar nuestro título de posgrado. Pese a presentar toda la documentación pertinente: carta de egreso extendida por la universidad y certificación de médico especialista por el Colegio Médico (que son documentos extendidos precisamente para estos menesteres), entre otros, fueron intransigentes en su posición; debíamos esperar los anquilosados trámites administrativos de la universidad para poder recibir nuestro justo salario.
Obviamente esto causó mucho malestar, ya que estaban justificando una, de tantas, artimañas, en un argumento incoherente y ridículo. Varios colegas recién «contratados» decidieron abandonar el barco y creo era de esperarse. En ese entonces entendí porqué de la falta de médicos dispuestos a laborar en este escenario. Decidí darme ese fin de semana para meditarlo y tomar una decisión.
Fue bastante agobiante estar en una habitación, acompañado de la incertidumbre y la frustración de ser «un extraño en una tierra extraña». Me fue inevitable retomar hábitos perniciosos de mis tiempos de mocedad, 20 cigarrillos no eran suficientes al final del día. Y de minuto a minuto, llegó el momento de tomar una decisión, y para que sean más empáticos las implicaciones eran: continuar en un espinoso ambiente laboral, con la promesa (ya viciada por el escepticismo) de recibir un sueldo injusto, sin tener la certeza que este llegará algún día (hoy por hoy sigue sin llegar), técnicamente, trabajar ad honorem. Ese domingo cerré los ojos y en silencio dije: «Señor, te ofrezco mi trabajo».
Los días pasaron, unos plácidos, otros austeros, y de todas partes y por muchos medios llegaban los gritos enérgicos que anunciaban una pandemia inminente: una tragedia llamada COVID-19 se avecinaba. Así llegó la paciente #17 positiva para COVID-19 al hospital donde yo tenía mi trabajo.
Vimos claudicar los mejores sistemas de salud pública mundial y convulsionar a sociedades más educadas que la nuestra, pero al margen de eso, nuestras autoridades están llevando la situación de una forma bastante mediocre, han subestimado el poder destructivo de este ubicuo pero efectivo nuevo enemigo. Ni siquiera nos brindan las condiciones mínimas para desempeñarnos y salvaguardar la vida de los pacientes que pueden escapar a esta tragedia. Al momento no se ha tomado ninguna medida particular con los médicos expuestos, por varias razones, en mi caso particular, y cito textual: «usted no es un contacto directo, doctor».
Ante la incertidumbre y austeridad de la situación, el personal asistencial entre jocosos e irrisorios comentarios (al menos de la mayoría), rezaba así: «vendremos a trabajar hasta donde la enfermedad nos lo permita».
Exigimos compromiso y coherencia de las autoridades, y conciencia en la población. No buscamos aplausos, ni aceptación social, ni lástima, para esto nos formamos y es la oportunidad de demostrarlo.
A los colegas: ¡fuerza! caerán muchos pero habrán muchos más dispuestos a dar la vida por su trabajo (he sido testigo de ello). A la familia hondureña: aquí estamos, siempre hemos estado para ustedes, luchando encerrados en la clandestinidad de la falta de empatía que descubrió un nuevo enemigo. A Dios: te ofrecemos nuestro trabajo.
15 comentarios en “La mora asistencial en el sistema de salud y la llegada de la paciente #17”
Nada más que la verdad!! Bendiciones y muchos éxitos Hermano!!
Nos sentimos igual de impotentes viendo cómo a los que gobiernan no les importa la salud de nuestro pueblo.
Hola dr, me gusto su historia, nuestro sistema de salud siempre ha sido mediocre y el C M H ha sido su cómplice, esto no es nuevo, soy cirujano vascular y trabaje AD honorem en el HLMV y Catarino Rivas, me retire por q el personal está maleado, no les gusta trabajar y todo lo complican, yo estaba para resolver emergencias únicamente y el Angiologo de base se encargaba de su seguimiento y alta, en una ocasión él estaba de vacaciones y me toco hacer en la noche una amputacion y el jefe de sala el cirujano Arnold paz puso una nota q yo había abandonado el paciente, q me lo contaron los internos y mejor decidí retirarme para evitar problemas, así funciona ese hospital y ha funcionado siempre , ojalá q le arreglen su problema y logren cambiar la actitud del personal, considero q los sindicatos son los q han arruinado nuestro país y los de salud son fuertes
Dr Pineda , al igual que ud hace casi 30 años , llegué de Tegucigalpa a SPS a trabajar en la emergencia , fueron 26 años generalmente gratificantes. Su comentario revela la dura realidad y parte de las carencias del sistema . El HMCR estaba mucho mejor en esa época , desde ese entonces se incrementó la población y se redujeron recursos de personal e insumos . El Hospital colapsó desde hace muchos años y los directores están más interesados en la política y quedar bien con sus jefes , son especialistas en maquillar la realidad y en esconder los pacientes cuando vienen las inútiles autoridades de salud . Le deseo lo mejor ,
Bravo Dr. Hector Pineda, totalmente orgullosa de la persona que eres, gracias por haber hecho tuya la lucha y te entiendo perfectamente cuando hablas de “usted no es un contacto directo” lo he vivido y te entiendo más con tu “te ofrezco mi trabajo” y el servicio ad honorem, porque cuando vas a los hospitales de nuestra Honduras más que sacar beneficio te llenas de las ganas de servir por tantas carencias que se ven. Gracias Hector muchas gracias por ser.
Dr. Pineda
Felicitaciones.
Soy médico “general” desempleada pero hago mi trabajo con gusto, y en mis tiempos libres disfruto de buenas lecturas (su articulo no es la excepción). Gracias por eso. Ya era tiempo de mostrar la realidad de los hospitales de la boca de un médico.
Seguiré leyendo.
S. Matute
Héctor Pineda, siempre valiente, siempre fuerte, siempre admirable. Lo que siempre ha demostrado a pesar de las dificultades. Dios guarde su vida.
Dios protege a su batallón!
Saldremos adelante
Que Dios lo protejaDr Pineda, dificlmente se puede sobrevivir en un ambienti viciado por la corrupcion tanto de los politicos como pos emoresarios sinnescrupulos que han venido asaltando yvsaqueandonel sistema de sakud de nuestro hermanos hondureños, pero como dicen en mi no hay mal que por bien no venga, esperamos que esta virus que ha venido a confirmarnos lo que siempre hemos sabido pero que cobardemente hemos sido capaces de protestar y exigir responsabikidades contra todos aquellos que han participado en el saqueo y manipulacion esto incluye tambien alncolegio medico hondureño que caya subvoz por unos lemoiras de mas y se prestan a la burocracia para jorobar a los nuevos medicos graduados en nuestras universidades y en el extranjero. Que Dios haga su obra cuidando sobre todos nosotros y en esoecialmente a esos guerreros lbde la salud que etan luchando sin las medidas necesarias para su seguridad.
Increíble relato De.pineda, lo he visto en otros amigos especialistas, el gobierno está orillando a muchos médicos a aceptar una oportunidad en esta emergencia por necesidad, evocando que también hay que tener vocación y poner nuestra parte humanitaria, yo diría, es justo también que aquellos padres de la patria se despojaran de una buena parte de sus ingresos por humanidad… Hay un grupo de médicos que se está formando para trabajar voluntariamente aún sin tener EPP, debemos ser nosotros los protagonistas de una demostración de vocación y humanidad, solidaridad mientras los que toman las decisiones se demoran, ignoran, impiden hacerle frente a esta situación.????
Gracias colega gracias héroe acá estamos en casa tras pasar 6 quimio terapias y mi rutina de ovarios estoy segura que estaría al pie de la bandera en este momento no puedo apoyarles Dios les bendiga
Un honor conocerlo y trabajar con usted…es una gran persona y médico excepcional…Dios bendice los pacientes a través de usted!!! Gran ejemplo!
Saludos Dr. Pineda un saludo fraterno y sincero a la distancia.
Héctor no dudo de tu pasión hacia la medicina y en especial tu empatía con los demás.
Dios te proteja en cada lugar donde estés.
No olvides nunca, que los corruptos no se escaparan del castigo divino!!
Animo y cuídate mucho!!
Estimado colega Pineda. Usted no se formó en la luna. Ud sabe de que ACA todo se mueve x urgencia pero jamás se planea ante una urgencia de ya, inminente o a futuro. Aca se vive y se mueve del parcheo.
No hay inteligencias. Hay dirigentes escogidos por su capacidad de borreguismo.
Todo es o se hace para mostrarse que bueno es el líder cuando lo que se debe hacer es planear al detalla escenarios muy probables y muy factibles que creó se presentarán inevitablemente. El pueblo de donde usted salió y salí yo, Tegus, y en general, el populacho, irredento inculto proclive a violencia con mínima causa, pueno tiene argumentos sólo la primitiva fuerza bruta o de un arma.Ellos no entienden razones y no seguirán instrucciones hasta que la muerte les reviente en sus caras. Ellos, por lo que lucha (yo lo hago con niños) además son ingratos y malagradecidos, aunque a nivel individual habrá quien dice gracias. Del sistema, esta corrupto, viciado anquilotico y mañoso. Pero eso resulta bueno para la gran cantidad de corruptos que manejs el estamento estatal. No se extrañe. Dè Lo que pueda o quiera de usted pero recuerde no espere gracias ni agasajos. Pará este gobierno no les duele incumplir a Buenos profesionales porque hay alguien dispuesto a tomar su puesto a ese salario o menos. Aca no hay clasificación para Sub especialistas y si acaso y de mucho, sólo para especialistas. Yo lo sé y se de mi explotación. Pero igual forma pago a ellos. Pues soy médico caro en lo que hago para el estado.
Mi completa admiración hacia el Dr. Pineda, no es siempre la trayectoria del médico la que los pone como role model/ cuando sea médico quiero ser como el; es la fidelidad a sus principios su postura ante las adversidades y exigir lo justo para nosotros y nuestro pueblo.
A Dios: ¡Te ofrecemos nuestro trabajo!
Dr. Pineda, quisiera tener los medios para ayudarle y proveerle a ud y todo el equipo que lo acompaña de todo cuanto necesitan, pero le ofrezco mis oraciones y que la Preciosa Sangre de Cristo los cubra, sin médicos como ud estaríamos totalmente perdidos. Que Dios los proteja ✨??✨?✨