Cuando ganó el amor, se avivó el odio

El pasado 9 de enero fue un día histórico para Costa Rica y para los movimientos LGBTI de toda la región. La Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) respondió a una solicitud de opinión consultiva presentada por el Estado de Costa Rica en mayo de 2016 sobre los derechos derivados de las uniones entre personas del mismo sexo y el derecho al nombre de las personas trans. La Corte IDH fue mucho más allá de lo que preguntó el estado costarricense, en su respuesta resolvió que: todos los estados acogidos a la Convención Americana de Derechos Humanos deben reconocer el matrimonio entre personas del mismo sexo y ofrecer un proceso gratuito y expedito para que las personas trans cambien su nombre y su sexo registral en sus documentos de identidad, para que correspondan con su identidad autopercibida.

La opinión consultiva, según jurisprudencia de la Sala Constitucional, es vinculante y de acatamiento obligatorio e inmediato para Costa Rica. Y, además, también debe ser atacada por los demás países del sistema interamericano, quienes deberían ir adoptando estas medidas a su ritmo.

La noche del 9 de enero, decenas de personas tomaron la Fuente de la Hispanidad, un punto de referencia al este de San José, en donde usualmente los costarricense se aglomeran para conmemorar el resultado de partidos de fútbol. Sin embargo, esa noche se aglomeraron para celebrar el triunfo del amor, la cercanía para el país de la igualdad legal para las personas LGBTI. Con banderas multicolor, tambores y vítores, la noche se alegró, entre abrazos y lágrimas de felicidad.

En boca de todos y todas estaba la vicepresidenta de la República, Ana Helena Chacón, quien lideró el proceso de la opinión consultiva, y que, en la tarde del 9 de enero, en una conferencia de prensa, dio unas emotivas palabras sobre el significado de esta resolución para la vida democrática en el país.

“Quiero decirles a todas las personas que hoy encuentran esperanza y luz en la resolución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, a quienes ven en ella sus proyectos de vida futura en igualdad y sin discriminación; que este logro es gracias a ustedes, producto de sus empeños, de sus luchas, de sus dolores; y que reivindica el amor frente a ese odio que han resistido mil veces en una sociedad que, por no entenderles, les excluyó con violencia y les trató como personas sin derechos”, dijo la vicepresidenta Chacón.

“Hoy es un día esperanzador, para que incluso en los rincones más oscuros de nuestro continente, las futuras generaciones de personas LGTBI crezcan sin miedo y tengan las mismas oportunidades en igualdad, para desarrollar sus propios proyectos de vida y de felicidad”, agregó.

Chacón fue homenajeada la noche del jueves 11 de enero, en el bar La Avispa, un lugar icónico para la comunidad LGBTI costarricense. Allí se le dio una placa conmemorativa y un ramo de flores, y fue aplaudida por cientos de personas que llegaron al establecimiento. Sin embargo, a partir de ese día, el panorama de alegría empezó a hacerse sombrío.

La vicepresidenta se quedó pocos minutos en La Avispa. Su seguridad no le permitió quedarse más tiempo: había una amenaza de bomba. La noche transcurrió sin mayores accidentes, pero en redes sociales ya había reventado una oleada de odio, impulsada por el fundamentalismo religioso, y que además podría tener incidencia en la contienda electoral que el país vivirá el próximo domingo 4 de febrero.

De la noche a la mañana el candidato presidencial Fabricio Alvarado, quien disputa la presidencia de Costa Rica por un partido evangélico fundamentalista, cobró un fuerte impulso en las redes sociales. Miles de personas compartían un video suyo en el que llamaba a marchar “por la vida y la familia” y en contra de la supuesta imposición de la Corte IDH.

Sondeos en redes sociales lo empiezan a colocar entre los candidatos favoritos a la presidencia. Se trata de sondeos sin ninguna rigurosidad estadística, pero que genera alarma. ¿Será posible que la sola idea de oponerse al matrimonio igualitario y los derechos de las personas trans podría darle a alguien la victoria en unas elecciones presidenciales en Costa Rica, la supuesta “Suiza centroamericana”? Sería una vergüenza internacional para un país que se ha mercadeado como defensor de los derechos humanos.

Pero Fabricio Alvarado le miente a su electorado. Eso, o desconoce cómo funciona una democracia. Aunque pudiera cumplir su promesa de sacar a Costa Rica del sistema interamericano de derechos humanos –posición sumamente contradictoria, pues la Convención Americana es conocida como el Pacto de San José y la Corte IDH tiene su sede también en la capital costarricense-, Alvarado no puede hacer que los demás poderes de la República desacaten la opinión consultiva. Además, incluso si el país abandonara el sistema interamericano, esto solo evitaría el cumplimiento de futuras resoluciones, no de las anteriores.

A pesar de ello, el panorama se pinta complejo y poco claro para las próximas elecciones. Todavía hay un 28% de indecisos, quienes definirán las elecciones. Es una lástima que una victoria del amor haya avivado de tal forma el odio en Costa Rica. Y sería una lástima aún mayor que una victoria para los derechos humanos en toda América Latina debilite la institucionalidad de un país que se vanagloria de ser la democracia más antigua de la región.

 

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Sobre
Diego Pérez Damasco (1992) es editor y reportero de Distintas Latitudes para Centroamérica. Trabajó en el medio digital La Prensa Libre en Costa Rica. Es uno de los 16 integrantes de la Red Latinoamericana de Jóvenes Periodistas, iniciativa inédita para impulsar el periodismo regional y destacar nuevos talentos. Twitter: @diedamasco.
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