EDITORIAL
Oficina de ONU en Honduras evade responsabilidad sobre declaraciones acerca de la Cicih
En Contracorriente defendemos el periodismo como pilar de la democracia, por lo tanto nuestra independencia y la libertad de prensa no pueden ser comprometidas por ninguna organización o gobierno. Estamos obligadas hoy a responder a un comunicado de la Oficina de Naciones Unidas en Honduras porque nos vulnera frente al poder que increpamos.
¿Estamos ante una transformación de la justicia hondureña?
Desde la indignación y las protestas de 2015 por la incontrolable corrupción, pasando por la revelación del narco-Estado y la extradición de un expresidente, Honduras podría resumir su historia reciente en una palabra: impunidad.
La refundación impuesta
Las celebraciones por los resultados de las elecciones más votadas de la historia reciente de Honduras, en noviembre de 2021, se revivieron con la euforia que produjo la captura del expresidente Juan Orlando Hernández en febrero de 2022, ahora enjuiciado por narcotráfico en los Estados Unidos. Pero el sabor dulce de una posible salida de prolongada crisis política hacia un periodo de construcción de democracia rápidamente se fue tornando amargo, un cambio que inició en el Congreso Nacional desde el primer día de su nueva administración.
El déjà vu de la «mano dura»
Un año y medio después de que Xiomara Castro tomó posesión como la primera mujer presidenta de Honduras, este país se muestra ante el mundo como uno de los más femicidas. No solamente porque entre 2022 y lo que va del 2023 han sido asesinadas cerca de 400 mujeres y la impunidad y estigma sigue cayendo sobre sus cuerpos, sino porque también hemos sufrido la mayor tragedia en una cárcel de mujeres: hasta el cierre de este editorial se contaban ya 46 mujeres privadas de libertad muertas en la Penitenciaría Nacional Femenina de Adaptación Social (PNFAS) de Tegucigalpa tras una reyerta y posterior incendio. Unas murieron calcinadas, otras víctimas de disparos y apuñalamientos.
¿Tiene realmente el gobierno de Xiomara Castro una agenda feminista?
A pesar de que ya ha pasado más de un año desde que la primera mujer presidenta tomó posesión en Honduras, el país sigue siendo uno de los más peligrosos para las mujeres en Latinoamérica. Los índices de femicidio, violencia doméstica y delitos sexuales siguen siendo alarmantes y las políticas estatales para reducir estas violencias no parecen ser claras ni efectivas.
Integración centroamericana, desintegración democrática
El voto de Rodrigo Chávez, presidente de Costa Rica, fue decisivo para que el candidato del dictador nicaragüense Daniel Ortega, Werver Vargas, fuera nombrado secretario general del Sistema de Integración Centroamericana (SICA). Rodrigo Chávez ignoró la recomendación de ocho expresidentes de Costa Rica de no votar a favor del candidato del régimen Ortega-Murillo debido al desprestigio que produce el hecho que la Secretaría General del SICA esté representada por un país que ha sepultado la democracia a costa de la libertad e integridad de miles de sus ciudadanos.
¿Son cien días suficientes?
Los primeros cien días de un gobierno demuestran las prioridades y la ruta de transición trazada por los nuevos gobernantes. Demuestran también el estilo de gobierno, el tono de su retórica y la composición de su liderazgo político. También es el período en que las expectativas suben, se mantienen o bajan, como la confianza ciudadana depositada a través del voto.
La informalidad como norma en el Estado hondureño
El Partido Nacional y el Partido Liberal los aliados de Jorge Cálix con Juan Orlando Hernández buscando impunidad a como dé lugar y Yani Rosenthal limpiando su imagen de exconvicto, esto parece una lucha del bien contra el mal, una batalla que está librando el «gobierno del cambio» contra una estructura criminal ligada a la corrupción y el narcotráfico.
¿Puede la esperanza puesta en el voto desmontar la autocracia hondureña?
Honduras vivió unas elecciones históricas el pasado 28 de noviembre. A pesar de la campaña de terror, el clientelismo impulsado por el Partido Nacional y la violencia preelectoral, la población —sobre todo joven— salió a votar masivamente. El porcentaje de abstencionismo es el más bajo de los últimos doce años y la tendencia es irreversible.