En Honduras, la juventud es la etapa más difícil de superar, no solo por la pubertad y los cambios que se experimentan sino porque podés ser víctima mortal de la violencia. Durante el año 2018 la mayor incidencia de víctimas de homicidios se concentró entre los 15 y 39 años (70.4% del total de homicidios). Pero si a ser joven le agregas que sos artista, viene otra dificultad porque económicamente no resulta sostenible y si practicas Hip Hop puede ser un agravante por la estigmatización que se tiene de las disciplinas relacionadas.
En el año 2011 recién conformamos un club de baile o como se conoce en el Hiphop una crew de Breaking (Break Dance). Después del golpe de Estado de 2009, el movimiento del Hiphop hondureño también sufrió las consecuencias, ya no se veían tantas competencias como se venían gestando porque la cooperación internacional se retiró del país siendo casi los únicos en apostarle a estas acciones. Al no haber fondos lo primero que hacen las organizaciones es eliminar las actividades culturales por ser consideradas solo un adorno, así fueron disminuyendo este tipo de eventos en la escena, por eso, al enterarnos que pronto habría una competencia en el sector López Arellano de Choloma no dudamos en decir presente.
Llegando al centro comunal de ese sector supe que había extrañado estos eventos y el sector Chamelecón de San Pedro Sula por primera vez estaba representado en un evento de breaking.
En ese tiempo me decían “Chino”; y al organizador del evento también le decían así a pesar que su nombre artístico era Ross One. Yo tenía la opción de pedirle batalla y que el ganador conservara el nombre, pero era seguro que yo iba a perder, entonces supe que debía cambiarme el nombre. Yovin Villanueva fue el motivo por el que me cambié de nombre artístico, también fue el motivo por el que conocí a la mayoría de bailarines de breaking de la zona y pude acceder a la cultura, un derecho que debe tener toda la juventud.
Como grupo estábamos decididos a aprender a bailar así que vendiendo donas logramos ajustar lo suficiente para invitar a Ross One y otros bailarines a darnos talleres de los que aprendimos no solo a bailar sino filosofía y los principios del Hiphop, tanto así que el día que decidimos llamarnos Warriors, él estuvo presente.
Me gustaba mucho bailar con Ross porque él entendía mi sentir y no hacía falta abrir la boca para comunicarnos, lo hacíamos en el Cypher (un círculo en cuyo interior pasa una persona a la vez y hace los pasos que más disfruta) allí es un compartir de energía, en ese espacio todos somos iguales y queremos expresar lo que sentimos con movimientos de baile; el cypher es una ceremonia que se lleva a cabo sin planificarse. En ese momento puedo honrar la memoria de mis amigos que ya no están haciendo los pasos de baile que aprendí de ellos, en ese instante todos somos eternos y Ross siempre era el alma del Cypher.
Cuando recibí la llamada me pareció una broma de mal gusto, no era posible lo que escuchaba, hace una semana habíamos practicado un show juntos. Hasta ver una foto sin censura me convencí, a Ross One lo habían asesinado. Con algunos amigos fuimos al darle el último adiós al velorio, “él no se metía con nadie, todo mundo lo quería, ¿Por qué? ¿Por qué?” se escuchaba entre sollozos. Nada más desgarrador que escuchar los gritos de una madre al lado de una mesa donde yace su único hijo varón. Ross siempre quiso tener un collar de Zulu (nuestra organización), saqué el mío de la mochila y hablándole como si me escuchara le dije que debí ponérselo en el cuello no en su ataúd.
No era un mototaxista como dice la prensa, él trabajaba con una moto taxi para subsistir y ayudar a su familia, pero realmente era un promotor de los derechos de la juventud; era un joven que motivaba el cambio y no se quedaba esperando las oportunidades, sino que salía y creaba las oportunidades para todo aquel que necesitara, era un artista bailarín de Breaking, era mi amigo, era un apóstol del Hiphop en Honduras. El estado de Honduras fue incapaz de garantizar sus derechos y por amenazas, un año atrás había emigrado a los Estados Unidos donde pidió asilo que le fue negado, al regresar pasaron solo unos meses para que de nuevo el estado de Honduras fuera incapaz de garantizar su derecho a la vida.
Casi la mitad de las personas que estaban en el velorio eran bailarines, muchos querían, pero no podían estar allí desde muchos lugares de Honduras y de distintos países, nunca vamos a olvidar lo que aprendimos de él y mientras sigamos enseñando lo que nos enseñó seguirá vivo; Ross por siempre.
Quiero que todo mundo sepa quién era el maestro Yovin Villanueva; mis amistades no se sorprendan si me pasa lo mismo porque soy consciente que por ser como soy, por hacer lo que hago también puedo ser asesinado, el día que me pase quisiera que me recuerden como yo recuerdo a Ross, un joven artista de Hiphop en Honduras.
3 comentarios en “El legado de Ross One”
Wao impactado por este conmovedor artículo es una lástima que Jóvenes artistas mueran en un país incapaz de tener condiciones de Seguridad para sus Habitantes.
Hermoso artículo siempre estarás en mi corazón yovin Villanueva t amo hermanito hasta el cielo un beso siempre muy orgullosa de quien eras y siempre te recordaremos nunca olvidaremos todo lo que se aprendió de ti un gran amigo y hermano gracias por esas palabras hacia mi hermano
Duele leer esto, y ver qué las injusticias y las víctimas y victimarios siguen siendo principalmente las Juventudes.
¿hasta cuando el estado pretende hacer algo?
Que pena!