Narcorrelatos hondureños en Nueva York: traiciones familiares y más vínculos con políticos, maras y policías
El testigo casi escupe las palabras. Parece disfrutarlo. Fabio Lobo ha esperado seis años para este día. Parece andar sin apuros mientras llega al sitio desde donde va a declarar, vestido con un uniforme carcelario amarillo. Mientras camina, las cadenas en sus pies hacen un ruido como de hormigueo. Hay un silencio pesado en la corte, tan intenso que hasta el sonido más pequeño se amplifica.