
Cuando el Congreso queda lejos y el bache queda cerca
El bache no apareció de un día para otro. Se fue abriendo como todo en El Corpus: en silencio, sin prisa y sin solución. Primero fue una pequeña rajadura en medio del polvo, luego un hoyo que los niños usaban de referencia para jugar fútbol. Hoy es un cráter que parte la calle en dos, como una herida abierta que nadie se atreve a cerrar. En temporada seca levanta polvaredas. Cada quien lo esquiva como puede. Nadie espera que lo reparen. Eso ya sería pedirle demasiado al país.