La reforma constitucional de Ortega y Murillo oficializa sucesión dinástica y aniquila la independencia de poderes
Se crean constitucionalmente los cargos de “Copresidente” y “Copresidenta” que, de facto, ostentaba Rosario Murillo. Los copresidentes podrán nombrar vicepresidentes y también someterán a control total del Ejecutivo a todos los Poderes del Estado, oficializando la extinción del balance de poderes y la institucionalidad. La reforma afecta un centenar de artículos, entre los cuales legalizan a los paramilitares y faculta al Ejército de Nicaragua para reprimir por motivos políticos junto a la Policía Nacional