¿Dónde está el orgullo?
Es otro día normal; salgo de mi hogar y las miradas en la calle no tardan en posarse sobre mí. Son miradas de asco y rechazo, otras vienen cargadas de perversidad y morbo. Los comentarios de «los machos» no tardan en llegar, divididos entre insultos, insinuaciones sexuales y gritos sin sentido; mis audífonos son lo único que protege mi mente de estas voces odiantes.